


Chile logra el Tercer lugar del campeonato mundial JKA Japón.
El Equipo de Kumite integrado por Mauro Fuente, Julio Silva, Camilo Sandoval, Oscar Arancibia y Rodrigo Rojas, dirigido por Cesar Tolorza y asistido por Claudio Baez lograron el Tercer lugar en el Mundial JKA de Japón dejando a Chile en un lugar privilegiado en el karate mundial.
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Karate-Do
Como en otras artes marciales modernas (Gendai Budo) en el karate se establece una diferencia entre la práctica meramente técnica y la de crecimiento interior del practicante, utilizando para ello la palabra "Dō" (camino, búsqueda espiritual) que en las tradiciones chinas y japonesas se utiliza para señalar a aquellas actividades que se practican con esa intención de crecimiento espiritual, en contraste con una práctica meramente técnica (jutsu).
El maestro Gichin Funakoshi, fundador del estilo Shotokan plasmó en su obra autobiográfica: "Karate-Dō: Mi camino"26 la filosofía de lo que para él era realmente el Karate. Lo entendió como "el purgar de uno mismo los pensamientos egoístas y malos. Porque solo con la mente despejada y consciente puede uno entenderse, así como el conocimiento que recibe". También afirmó: Karate ni sente nashi, que significa que en el karate no existe un primer ataque, entendiéndose que un practicante de Karate nunca debe albergar, mostrar una actitud arrogante y violenta, sino que al Karate-Dō se le debe considerar como un medio para la evolución personal contínua a través de un tipo específico de acondicionamiento físico y la adquisición de habilidades.
Funakoshi creía que uno debe ser "interior y exteriormente, humilde". Sólo al comportarse con humildad se puede estar abierto a muchas opiniones respecto al karate. Esto permite escuchar y ser receptivo ante la crítica. A su juicio, la cortesía era de primordial importancia. Dijo que los practicantes de karate "nunca ser fácilmente arrastrados a una lucha". Se entiende que un golpe de un verdadero experto podría significar la muerte. Está claro que los que abusan de lo que han aprendido se deshonran a sí mismos. Asimismo, el maestro Funakoshi promovió la convicción personal y el pensamiento de que en "tiempos de graves crisis pública, hay que tener el coraje para hacer frente a … un millón de rivales". Enseñando además que la indecisión es una debilidad.
Existe una historia escrita por Funakoshi, que refleja el sentido del karate. Es una parábola acerca del Dō (camino) y un hombre insignificante:
Un karateka pregunta a su Sensei (o maestro que ha recorrido el camino): ¿Cuál es la diferencia entre un hombre del Dō y un hombre insignificante?
El Sensei respondió: "Cuando el hombre insignificante recibe el cinturón negro primer Dan, corre rápidamente a su casa gritando a todos el hecho. Después de recibir su segundo Dan, escala el techo de su casa, y lo grita a todos. Al obtener el tercer Dan, recorrerá la ciudad contándoselo a cuantas personas encuentre."
El Sensei continuó: "Un hombre del Do que recibe su primer Dan, inclinará su cabeza en señal de gratitud; después de recibir su segundo Dan, inclinará su cabeza y sus hombros; y al llegar al tercer Dan, se inclinará hasta la cintura, y en la calle, caminará junto a la pared, para pasar desapercibido. Cuanto más grande sea la experiencia, habilidad y potencia, mayor será también su prudencia y humildad".
La práctica del Karate-Dō no se refiere tan sólo al desarrollo técnico y táctico, al acondicionamiento físico, al estudio de los katas y al combate real o deportivo. También debe ir de la mano del desarrollo vivencial de la parte humana y la parte espiritual, el crecimiento como personas y ciudadanos ejemplares que unidos por el bien común benefician a la sociedad. Para lograr esto, el Karate-Do posee principios y objetivos comunes para el crecimiento de sus alumnos: respeto, justicia, armonía y esfuerzo son los primordiales.
En el caso del Karate-Dō, la ética deriva de las filosofías del confucianismo y del budismo zen, aplicados al Karate-Dō. Estos principios fundamentales son acordes al código del bushidō. En resumen, estos se podrían sintetizar como los siguientes:
La Cortesía: el respeto y las buenas maneras del comportamiento.
La Rectitud: ser capaz de tomar una decisión sin vacilar. Ser justo y objetivo en toda circunstancia.
El Coraje: afrontar el reto de tomar decisiones.
La Bondad: ser magnánimo, paciente y tolerante.
El Desprendimiento: actuar desinteresadamente, sin egoísmos y generosamente.
La Sinceridad: decir siempre la verdad, defender ésta, y ser fiel a la palabra dada.
El Honor: aprecio y defensa de la dignidad propia.
La Modestia: no ser soberbio ni vanidoso.
La Lealtad: no traicionar a nadie, ni a uno mismo. Ser fiel a las propias convicciones.
El Autodominio: tener control sobre los actos, emociones y palabras.
La Amistad: entregarse en un todo. Saber compartir y ayudar.
La Integridad: tratar a todos por igual, defender los principios, y ser fiel a los compromisos.
Generosidad: dar sin pedir nada a cambio.
Imparcialidad: emitir juicios de acuerdo a la verdad.
Paciencia: es tolerar lo intolerable.
Serenidad: control de los impulsos ante conflictos y dificultades.
Autoconfianza: creer en uno mismo.